domingo, 9 de diciembre de 2007

Viejos tiempos aquellos

Otros años corrían, cuando se jugaban torneos de ajedrez con partidas suspendidas, se nos brindaba una eternidad para poder pensar las jugadas, ya que los ritmos de juego eran de 2hs. para las primeras 40 jugadas y luego el próximo control era de 1 hs. para las 20 restantes, una vez finalizado el segundo control el arbitro se acercaba y decía que habia que suspender la partida para seguirla al día siguiente, o bien otro día de comun acuerdo. Pues bien, al que le tocara hacer la jugada, podía reflexionar y tomar la desición de cual era la mejor, parar el reloj, levantarse, ir unos metros lejos del tablero para que el rival no viera lo que anotaba, apuntar la jugada secreta, la cual tenía que estar bien escrita pues sino se perdía la partida, guardarla en un sobre y entregárselo al arbitro, quien le ponía un sello y lo guardaba bajo llave como si fuera un tesoro. En fín, todo ésto ya es parte de la historia de la cual rescato como beneficio, el mas alto nivel de aprendizaje, sobretodo en los finales de partida, ya que uno podía prepararse revisando variantes de todo tipo y con mucha mas presición que en una partida viva, incluso consultando libros apropiados de cada tipo de final.